Los topes… generalizando en el DF estos empiezan como a 3kms de radio del zócalo. Aunque hay alguna que otra colonia de estos en las zonas del centro que tienen una mayor movilidad como producto de una buena intervención moderna en la cual primero se logró la movilidad y luego nuestra idiosincrasia busco impedirla, no fuera a ser esta un peligro. Resultando en un urbanismo moderno con añoranza, algo moderno pero muy retro, un rapidín lento, muy lento. Un caso análogo sería el tope de carretera que busca impedir la movilidad encontrada pero con un objetivo claramente comercial, el parase a comprar flores, fruta, tacos, artesanía, etc. Consecuencia de ese milisegundo en el que uno gira el cuello al sentir como la suspensión del coche atraviesa el obstáculo. Lo que deriva en una reflexión a manera de Virilo y Koolhas donde se entremezcla la idea de la traza urbana, la velocidad y la congestión. La ciudad peatonal contra la ciudad de la maquina a motor. La ciudad de los museos y manifestaciones contra la ciudad con avenidas con nombre de políticos del siglo XX, XXI, tan anchas que no tienen sección vial eficiente que permita sacar el agua y evitar que se inunden. Es decir, siempre estarán en los noticieros o en los encabezados de los periódicos como referencia de donde uno va y pierde la vida. Para mí como ex periférico y como fruto de vivir en la zona central del DF por varios años a veces tengo una cierta añoranza de los topes de mi juventud en Tlalpan. ¿Saben? de esos topes cabrones de llegada de carretera libre de Cuernavaca a la Joya. Y es que en cualquier caso, el tope no deja de ser una materialización humanizante del querer regresar a un estado anterior pero que por su naturaleza hibrida, estará siempre mal logrado, será adolecente por siempre, y además reunirá lo peor de dos mundos: una movilidad reducida y una avenida culera en la periferia de la ciudad, donde ya se vive igual que en el centro pero sin la traza urbana peatonal.
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